Tras un pequeño madrugón (sobre las 4 A.M.) se llega al campamento donde hay una gran cantidad de globos a la espera de ser inflados.
Después de un breve desayuno caliente, todo está preparado para que comience el "viaje". Corre una ligera brisa que a estas horas de la mañana ayuda a despejar la mente.
Se inicia el despegue lentamente, sin brusquedades, poco a poco se va ganando altura y el globo se desliza en silencio (si no fuera por el estruendo del quemador) por el extraño paisaje de Capadocia.
Está amaneciendo y en breve el sol hará su aparición. Desde las alturas el paisaje se ve grandioso (aunque debería ser al revés). No hace frío y la intensidad del momento hace olvidar que te encuentras a 600 metros de altura en una barquilla acompañado de 10 personas más.
Después del movido aterrizaje, toca la entrega de diplomas y brindar con champagne, emulando a los primeros pilotos de la historia que celebraron de esta forma el primer viaje en globo.