Mis fotos del mundo
  Trigaza
 

La ascensión a Trigaza, más bien el intento (después de la coronación del monte San Millán el día anterior, nuestras piernas quedaron muy tocadas), nos acompañó con un día espléndido. Partiendo de Pradoluengo, cogemos una pista al final del pueblo, para poco después cruzar un arroyo y seguir cómodamente los primeros kilómetros. La llegada a una herradura nos anuncia que el terreno se pone exigente, a partir de aquí, la subida tendrá zonas relativamente cómodas alternadas con otras de dureza comedida, pero que en ocasiones obligarán a echar el pie a tierra. La pista no tiene ninguna dificultad técnica, y la orientación te va llevando directamente hacia el destino. Con el cielo azul, disfrutando del paisaje, y con el Trigaza ya a la vista (pero todavía lejos), la llegada a un collado (aproximadamente a 1750m) en el que se juntan varias pistas, decidimos que es el final de la ascensión. Comemos con el siempre bien agradecido calor del sol y preparamos el descenso, que a priori se antoja muy divertido pero también muy rápido, en la subida hemos visto tramos en los que fácilmente podrían alcanzarse velocidades cercanas a los 80km/h, la cabeza funciona rápido, y no sabe cuál es la mejor opción, ó tomárselo con calma ó dejar que la adrenalina fluya de manera incontrolada ........... al final, lo mejor es encontrar un equilibrio. De todas formas, el polvo dejado por los compañeros no deja dudas, en óptimas condiciones de visibilidad el descenso sería terrorífico, los 61 km/h de punta dejan fé de ello. En algunos puntos la inclinación y las piedras sueltas provocan algún susto, sin mayores consecuencias, pero que dejan una imagen inborrable en nuestra retina.




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