Iniciamos el recorrido en el barrio de Trebuesto, en un primer momento por asfalto; enseguida se pone cuesta arriba, por lo que con los músculos aún fríos, nos lo tomamos con calma. Tras un par de kilómetros de asfalto, éste deja paso a una pista en bastante buen estado, por la que se circula sin problemas, si no fuera porque en algunos tramos la pendiente nos obliga a tirar de golpe de riñón y a agarrarnos al manillar como posesos. De todas formas, el paisaje que se va descubriendo ayuda a relajar un poco los músculos.
Tras unos 6,5 km de ascensión, llegamos al embalse del Juncal, desde el cual ya se divisa al fondo la ermita de las Nieves. Tras reponer un poco las fuerzas con las siempre bienvenidas barritas energéticas, seguimos nuestro camino por la pista durante aproximadamente 700-800m hasta que la orientación nos hace descender brevemente hacia el valle por un sendero, el cual nos deja directamente en la “entrada” al canal. Una vez “encajonados”, las vistas sobre el valle se convierten en espectaculares, ya que metido dentro del canal no te das cuenta de que en algunos tramos estás literalmente colgado del acantilado. A medida que avanzas por el canal, el pedaleo se vuelve más adictivo, teniendo que luchar contra tus piernas para que te dejen disfrutar del paisaje que se va divisando. En algunos tramos nos encontramos con túneles excavados en la roca, que nos obligan a doblar la espalda para poder cruzarlos.
Una vez terminado el tramo de canal ciclable, llegamos a una zona boscosa, en la que seguiremos la ruta por un sendero bien marcado que sigue acompañando al canal (a nuestra izquierda). En los tramos en los que los árboles nos dejan ver el cielo, se puede apreciar ver el valle en toda su extensión y en el otro lado, el canal por el que hemos venido hace unos minutos, simplemente espectacular.
Una vez llegados a un punto en el que el sendero se vuelve muy poco practicable, retomamos una pista que nos llevará directamente hasta la ermita de las Nieves. Antes de llegar, paramos para comer y comentar lo divertido que está resultando el recorrido. Recuperadas las fuerzas, llegamos al último repecho del día que nos llevará hasta la base de la roca que hace de promontorio de la ermita. Disfrutamos un poco más si cabe del panorama que tenemos ante nuestros ojos.
Ahora solo falta enlazar con la pista que nos llevará al barrio de Landeral y desde aquí por carretera al punto de partida. En resumen, 32 espléndidos kilómetros.
